domingo, 27 de febrero de 2011

# 22. Plato original

Revista ELLE
Nadie sabe mucho de Eva. Es difícil pronunciarse. Cuando alguien opina sobre ella, al final, las frases quedan inacabadas.

Solemos hacer reuniones de antiguos alumnos de la facultad. Desde hace no mucho, esas reuniones tienen lugar en casa de alguno. La convocatoria es a través de un blog creado para ese fin, con un número cerrado de comensales, en función de la disponibilidad del anfitrión. A través de los comentarios nos vamos apuntando o dando nuestras excusas por no poder asistir, y así se completa la lista. Hay una lista de espera, en el caso de que alguien se retire de la lista principal. El día anterior los inscritos reciben un correo de confirmación del anfitrión y la convocatoria se cierra.

Tenemos dos reglas inamovibles: ni se admiten más participantes del número que se convoca, ni contamos con las parejas. El espíritu es intercambiar experiencias profesionales y personales que nos permitan el desarrollo en ambos campos, al abrigo de la intimidad que es respetada por los miembros del blog. Nadie puede entrar en el club-blog si no es por invitación de alguno de los miembros, y su candidatura es aprobada cuando otros cinco dan su visto bueno.

La última cena tuvo lugar en casa de Cati, de la promoción 1980-1985. Éramos trece. Como por arte de... no sé, Eva siempre es la última o penúltima en apuntarse. Cenamos marisco. Cada uno aporta un plato o una bebida -eso lo especificamos igualmente en los comentarios, a medida que nos apuntamos-. Hacemos fotos del encuentro que luego se cuelgan en el blog, generalmente de la mesa puesta y antes de que la ataquemos.

Ostras, gambas al ajillo, chirlas encebolladas, bogavante en su salsa, salpicón... Cati se hizo cargo de los postres, y cocinó una deliciosa tarta de café y chocolate. También sirvió unos licores caseros que ella misma elabora con hierbas que recoje en sus largas caminatas por el monte. Tras el postre y el café, cuatro salieron a fumar a la porchada, cosa que agradecimos los no fumadores.

Más animada la reunión después de los caldos de Cati, alguien tuvo la idea de que las sucesivas cenas fueran temáticas. Un raudal de propuestas se vertieron sobre la mesa: cenas monocromáticas, cenas con alimentos típicos de un país o región.

-¡Cena de Pedroñeras! dijo muerto de risa Pedro. Los demás le acompañaron el comentario con carcajadas.

También se habló de cenas con motivos inverosímiles -como la boda virtual entre dos asistentes-... El juego de palabras era muy divertido, y la tormenta de ideas inundaba el comedor. Parecía que estuviéramos en el Club Social de la facultad, en los tiempos muertos que convertíamos en los más vivaces.

- ¿Porqué no cenar sobre alguien? -dijo Eva.

Hubo un instante de silencio y los rostros de los presentes reflejaron sorpresa, admiración, curiosidad... aprobación. A continuación, sonrisas y replanteamiento de la tormenta de ideas.

- Eso lo hacen los chinos -dijo Maite- lo he visto en youtube.
- Japoneses, son japoneses -corrigió Andrés.
- ¿Qué más da? asiáticos al fin -añadió Fran- Pero esa gente es muy rara. Comen sobre una muchacha flacucha que parece de porcelana, por el color y porque no se le mueve ni un pelo, inmutabe, y con palillos. La miran flipando, palillos en mano, y sushi que te crió. Ese formato no tiene la menor gracia.
- Precisamente -dijo Eva- Quizá copiemos la idea principal, pero no se puede decir de nosotros que no tengamos capacidad de tomar una idea y resetearla.

Yo me encontraba a la izquierda de Eva. Mientras, el resto planteaba si pagar a un par de desconocidos para servir de plato, si acaso pudiera servir alguno de los presentes, si quiénes podrían asistir o no, si alguien pudiera molestarse, si desnudo integral o parcial, si era cosa de anunciar tal cual en el blog, si... un sin fin de consideraciones. Yo observaba cómo Eva, atenta a la conversación pero sin mirar a nadie, con la disposición y la delicadeza que todos le conocemos, había cogido la paleta de servir la tarta y cortaba en pequeños trozos el resto del pastel que había quedado.
- No puede ser tan complicado -dijo ella en voz baja que, no obstante, todos escuchamos; y siguió cortando la tarta hasta que terminó como un damero, completamente cuadriculada.

Entre tanto, llegaron las risas a propósito de si se exigiría depilación completa o no, si los hombres aceptarían comer sobre otro hombre o si sólo se debía contar con un plato femenino... las mujeres protestaban también entre risas y exigían igualdad de oportunidades.

Eva se levantó de la silla, y haciendo el gesto de levantar la falda de su vestido, preguntó:
- ¿Os parece inoportuno un ensayo? ¿Os molesta?

Entre incrédulos y sorprendidos, de nuevo, una catarata de voces, femeninas y masculinas, al unísono, replicaron:
- ¡No, no!
- ¡Qué va!
- ¡En absoluto!
- ¡Para nada!
- ¡Adelante!
- Nada de fotos ahora -dijo Matias-

Las cámaras digitales y los móviles desaparecieron a la una en bolsos y bolsillos de chaquetas, a la vez que en silencio y entre todos, apartaban vajilla y cubertería del centro de la mesa.

Viendo su cuerpo en ropa interior y con medias hasta medio muslo, pensé que nadie mejor que ella lucía el nombre que se le había dado. La tentación no vive arriba, la tentación es ella misma. Sentí que mi piel se erizaba, y un calor sofocante me agarró el cuello como una cuerda de ahorcado. Le tendí una mano para que subiera a la silla, Vicente hizo lo mismo del otro lado. De la silla a la mesa, y sobre su espalda, ella extendida entre los presentes, y ante los fumadores que habían llegado justo unos segundos antes, con la mirada atónita buscando una explicación a lo que ocurría, sin articular palabra. Todos alrededor, Eva invitó a Luis para que dispusiera los bocados de pastel sobre su cuerpo.
- ¿Quieres ocuparte tú, Luis, por favor?
- Claro... Sí, claro que sí.

Como si introdujera barquitos en botellas de vidrio, con ese cuidado, Luis distribuyó los trozos de tarta. Los demás sonreían, se miraban entre sí, miraban el trabajo de Luis. Eva cerraba los ojos cada vez que uno de ellos tomaba contacto con su piel.
- Mmmm, está frío -dijo con una voz casi imperceptible.
- Listo, hay dos bocados para cada uno. He dejado dos para ti en la fuente, para cuando terminemos -añadió Luis
- Bien, muchas gracias -sonrió Eva- Cuando gustéis.

Cati sugirió que fuéramos comiendo por el orden que quisiéramos, un bocado cada vez. Así fuimos haciendo. La mesa, cuadrada y gigante, requería que el comensal se subiera para acceder a su bocado. Hombres y mujeres nos alternábamos para llegar a ella. Los demás esperaban y observaban el original ágape, sobre la mujer original. Hubo quien, después de comer entre sus pechos, le dio un beso suave en uno de ellos. Quien volvió a morder con los labios sobre el lugar de donde previamente había tomado su bocado. Hubo quien le besó brevemente en los labios, con aliento a café y chocolate; quien le susurró algo al oído; quien le dijo "gracias, preciosa"; quien le besó en los pies; quien a penas le lamió.

Nos acercábamos a Eva como quien se acerca a una criatura peligrosa que duerme y es preciso que siga durmiendo, nos retirábamos como si se tratara de la reina de la creación y hubiéramos de postrarnos ante ella, sin darle la espalda. A gatas, sobre la mesa, fuimos pasando todos en nuestro turno. Ella apenas tenía un gesto de sonrisa contínua, que se acentuaba con los bocados; inspiraba sonoramente, expiraba de igual modo, cada vez que alguien comía o acercaba el rostro a su cuerpo. Su piel, toda su piel, estaba alerta y daba señales claras. Nadie hablaba, si no era para dedicarle una o dos palabras. La tensión de los doce comensales era palpable, y las miradas de unos y otras vagaban como embriagadas, sobre el plato original, esquivándose ente sí.

Ese ejemplar único, ese animal humano había prendido en nuestros instintos más básicos y primitivos el deseo en su estado más puro. Cosa extraña, atrapados y liberados, pureza y lascivia, sometimiento y rebelión. Yo comí en su ingle y junto a su cuello. Tuve la sensación de que el olor a mujer traspasaba el del café azucarado, y vencía en un pulso entre ambos. Después del segundo bocado le dije "te adoro", al oído. Parpadeó lentamente.

Eva llegó con Amalia, y con ella abandonó la reunión en primer lugar, después de compartir un rato con nosotros. Tomó los dos bocados que le correspondían y apuró dos caliches del licor casero.

- Amigos, ha sido un gran placer. Me ha gustado mucho cómo lo hemos hecho, estaba segura de que no debía ser difícil. Sois un grupo fuera de lo común, y os estoy muy agradecida -nos dijo al despedirse-

Sin que ninguno quisiera abordar el tema, cierto era que tampoco podíamos pensar en otra cosa. La excitación nos había dejado exhaustos.

- Ella sí que es algo fuera de lo común -dijo Juan.
- No entiendo cómo no se le conoce pareja. Es... Eva es... -Marga no supo terminar la frase.
- Sería injusto que Eva perteneciera a una sola persona, debería ser declarada patrimonio de la humanidad -dijo Carlos.

A los pocos minutos, visto que no había nada mejor que decir ni hacer, cada cual tomó el camino de regreso a su casa.

Por mi parte, mientras conducía en silencio, pensaba en ella. Es cierto, yo tampoco comprendo porqué no tiene alguien. ¿Porqué no, incluso... yo misma?

Dedicado a los Piscis, imaginativos, sensibles, amables, intuitivos, soñadors, misteriosos...

3 comentarios:

  1. Una experiencia interesante, nosotros lo probamos y no salio bien, demasiadas diferencias.

    Bonne semaine. Et merci, je suis Poissons

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  2. Impresionado, Eva. Un post que ha sido un estupendo y verdadero plato fuerte!
    Abrazos!

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  3. Gracias a ambos.
    De rien, Oscar, moi aussi je suis poisson, et en ce qui concerne le dinner, c'est vrai qu'on ne peut pas faire n'importe quoi avec n'importe qui.
    Y tú Ricardo, cuando te apetezca, en este blog hay platos de diversa intensidad, para todos los gustos ;)

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